Tuve una pesadilla
Anduve con la muerte toda la noche;
debía escribir un poema,
o tal vez no,
solo un sueño nefasto.
Estuve todo el día preocupado
pensando,
reviviendo la quimera.
¡Grillos lúgubres y odiosos!
Cuando abrí el periódico,
obituario:
“María Luisa ha muerto”,
la página marca la misma hora
en que yo caminaba con la muerte.
Pesadilla:
nunca escribí el poema que me pidió.
Un abrigo muy especial
Mamá ya no está.
El último día
despertó sin dolor.
Se lo llevó una paloma,
no hubo lágrimas,
jugamos y reímos toda la mañana.
Mamá se fue hace trece años,
yo siempre la espero.
Por las noches viene,
se sienta a tejer y a hablarme de papá y el cielo.
Mamá dice que ya no siente,
pero es mentira,
me hago el dormido
y ella llora antes de volverse a ir.
Yo me vuelvo azul cuando mamá se va,
cuando no la veo leer la Biblia en el sillón.
Todas las noches rezo.
Mamá dice que tengo que esperar
a que ella termine de tejer mi abrigo
y nos iremos juntos.
Cuando me visita el diablo
Un diablo siempre me visita,
cuando a medianoche leo en mi sillón.
Es un maldito necio que me asusta,
huele el miedo,
siente mi palpitar,
aparece en el techo
y mi alma se me escurre por los pies.
Tiene cuatro patas,
cuando no me asusta a mí,
espanta al perro.
Si lo ignoro,
se da cuenta
y voltea la casa hasta hacerme gritar.
Sabe que le temo,
lo odio y le huyo cuando no lo puedo ver.
Si lo mato,
le quedan otras seis vidas
y sabe resucitar.
Yo les temo a quienes resucitan.
Morir y volverse a levantar no es de humanos.
Mi diablo es un maldito gato encerrado
que me asusta
como aquellos que salen de sus tumbas.
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